domingo, 3 de febrero de 2013

Confia en ti mismo

Las cosas fundamentales de la vida primero tienen que ocurrir en el interior, para después
expresarse afuera. Si primero confías en ti mismo, después puedes confiar en los demás, en la existencia.
Desafortunadamente, desde muy pequeños se nos somete a un tratamiento que nos obstaculiza confiar en nosotros, y hasta se nos destruye la incipiente confianza en nosotros mismos que vamos adquiriendo.
Nuestros propios padres se preocupan si nos ven muy confiados porque les parece que nos podemos volver desobedientes, incontrolables. Tratan de hacernos sentir que para nuestra seguridad tenemos que recurrir a su protección.
La sociedad también tiene mucho temor a que los niños se sientan libres, que sean muy independientes, y sólo en un ambiente nada restrictivo se puede desarrollar una personalidad autosuficiente. La conducta de los padres debe ser no interferir pero mantenerse vigilantes.
Cuando destruímos la confianza del niño le arrebatamos su poder, crecerá impotente, inseguro, y cuando adulto necesitará de alguien que lo dirija, que le dé órdenes. Tener confianza significa caminar sobre los propios pies, echar raíces en la vida.
Se cuenta que en una oportunidad un aspirante a compositor, le pidió a Mozart que le aconsejara cómo debía empezar a componer. Mozart le contestó: empieza con cosas sencillas. El hombre le respondió, pero usted siendo muy niño ya componía piezas complicadas. Si es cierto,  pero yo no necesité preguntarle a nadie cómo hacerlo, le respondió Mozart.
Es muy importante que en la vida tengamos el acierto de cualificarnos: ni considerarnos por encima de nuestras habilidades, ni tampoco por debajo de nuestras posibilidades. Del equilibrio entre lo que realmente podemos y somos, dependerá nuestro éxito o fracaso.


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