domingo, 21 de abril de 2013

Limpiar al inconsciente

Cuando en la vida hemos tenido desengaños, falta de amor, soledad o quebrantos, y no hemos aprendido a amarnos, en lo más profundo de nuestro corazón nos desvalorizamos y sentimos que una vida así no vale la pena ser vivida; se nos dificulta quedarnos a solas con nuestro mundo interno, y de una una u otra  manera buscamos la forma de huir de nosotros mismos.
MISION IMPOSIBLE. Nunca podremos negarnos las cosas dolorosas que nos dió la vida, no podemos pasar por la vida huyendo de nosotros mismos, y siempre terminaremos sufriendo más por lo que nosotros nos hacemos que por el daño que pudieron habernos causado los demás. Nunca duele tanto ni es tan dañino, lo que nos hacen los otros que lo que nos hacemos nosotros mismos.
Pese a todo el daño que pudiésemos habernos hecho en la huída, pese a la condición degradada a que pudieramos haber llegado, siempre hay un potencial de salvación para aquellos que han recobrado la esperanza. La tarea no es nada fácil pero no imposible, los que lo han logrado ha sido mediante la ayuda de Dios, de un Poder Superior, o de una energía divina como cada quién quiera llamarlo o entienda.
El hombre ha sido provisto por Dios de la Ciencia y la Religión, la Ciencia para actuar sobre lo consciente a través de la voluntad y el razonamiento, y la Religión, para actuar sobre el inconsciente madiante la oración, el rezo, la meditación, la plegaria y toda práctica donde están presente el arrepentimiento y la fe.
Lo que hay que hacer es convencer al inconsciente de que uno está sano, de que se ha despojado de toda clase de basura mental a que lo ha conducido el alcohol o la droga, o cualquier otra sustancia o conducta que distorsione nuestro yo no condicionado, la naturaleza pristina con que nacimos o sea nuestra salubridad mental.
Dice la Biblia que la fe viene por el oir, así que cuando suplicamos con el pensamiento o los labios, nuestro ruego es oído por el corazón que es el único capaz de transformarnos. La mente es proclive a toda clase de engaños, de mentiras, de tramposerías, de falsedades y disfraces. La mente es tan hábil y peligrosa que debiendo estar a nuestro servicio termina adueñandose de nosotros.
Fue una decisión de Dios que al hombre no lo pudieran transformar sus pensamientos sino su corazón, que es el asiento del amor, el arrepentimiento y el perdón.